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La enorme operación política del presidente Donald Trump, recaudó más de 1.000 millones de dólares desde que el magnate llegó a la Casa Blanca en 2017.

Trump, pagó 10 millones de dólares por un anuncio en el Super Bowl cuando los demócratas aún no tenían candidato. Encargó a su organización política cubrir las exorbitantes cuotas legales relacionadas con su juicio político. Sus asesores presumieron su nueva abundancia, incluyendo una flota de vehículos de lujo adquirida por Brad Parscale, su exdirector de campaña.

En tanto, una red de compañías de responsabilidad limitada ocultaron gastos por más de 356 millones, según registros.

Ahora, a sólo dos semanas de la elección, algunos asistentes de campaña reconocen en privado que enfrentan complicadas decisiones de gasto en momentos en que el candidato demócrata inunda las ondas de radio y televisión con anuncios. Eso ha dejado a Trump en la posición de necesitar más que sus característicos mítines durante la pandemia de coronavirus y depender de una teoría no comprobada de que puede convertir a votantes intermitentes en simpatizantes a niveles nunca antes vistos.

“Gastaron su dinero de forma innecesaria, con personal de campaña llevando un estilo de vida de los ricos y famosos, y con anuncios vanidosos”, dijo Mike Murphy, un veterano asesor republicano que trabajó con John McCain y Jeb Bush, y quien es un abierto crítico del mandatario. “Ni siquiera 10 monos con lanzallamas habrían quemado todo ese dinero de forma tan estúpida” sentenció.