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Todo empezó en el año de 1172 con una herencia de sesenta monedas de oro. Al morir, la viuda Berta de Bernardo dejó esta cantidad para comprar los materiales que sirvieran a la construcción de un campanario en un terreno detrás de la Catedral de Pisa, en Italia.

Los trabajos iniciaron el 9 de agosto de 1173, pero cinco años más tarde y con solo dos plantas construidas, los ingenieros medievales detectaron un grave error de cálculo: los cimientos tenían muy poca profundidad y debido a la inestabilidad del terreno arcilloso, la estructura se inclinaba. Tuvieron que detener la obra 100 años.

Para 1272 se añadieron cuatro pisos más, el séptimo en 1319 y finalmente, después de dos siglos, fue colocada la cámara de las campanas en 1372, alcanzando una altura de 56.4 metros.

Aunque los historiadores no han logrado identificar a los responsables originales de la obra, lo cierto es que a pesar del error cometido se trata de un edificio notable en su arquitectura para la época en la que fue erigido.

La torre se mantiene en píe ya que su mayor defecto también es su mayor virtud, debido a su inclinación y la estructura del suelo blando sobre el que está construida al haber un terremoto o movimiento de la tierra esta se mueve junto con el suelo, lo que evita que se desplome.

Después de muchos trabajos a lo largo de los años, tal parece que la Torre de Pisa dejó de inclinarse desde hace una década su inclinación estimada actual es de 3.9 grados, y se estima que podrá sostenerse otros dos siglos más.