Tras 4 horas de discusión en la sesión de este jueves del periodo extraordinario, con 305 votos a favor, 3 abstenciones y 139 en contra, se autorizó al Ejecutivo Federalponer en marcha dicho plan sexenal que busca reducir a la mitad la pobreza, un crecimiento del 4 por ciento, propiciar el desarrollo del sistema económico financiero, un ambiente que incentive la formalidad y la creación de empleos, una política energética soberana y sostenible, entre otros ejes generales.
Los diputados de Morena y sus aliados elogiaron el proyecto que en su opinión es un plan histórico que rompe con el modelo neoliberal y que fortalece al Estado en favor del pueblo, pero los legisladores de oposición lo criticaron severamente, al grado de decir, que no es un plan, ni es nacional ni tampoco de desarrollo, sino un simple catálogo de buenas intenciones, que no tiene ni pies ni cabeza.
La diputada panista Josefina Salazar bombardeó de adjetivos negativos el Plan Nacional de Desarrollo, dijo que carece de estrategias, criterios, mediciones, rumbo claro y metas específicas, que no es más que una narrativa ideológica antidemocrática y estatista.
“México merece mucho más que un plan que va de “la mañanera” al “yo tengo otros datos”. Basta ya de castillo en el aire, diputadas y diputados, el presidente entrega a esta soberanía un documento alejado de la técnica, un documento improvisado sin metas ni objetivos claros, sin definición ni indicadores y sin herramientas que permitan la evaluación de la gestión gubernamental”.
En el mismo tono se manifestó el priista, Fernando Galindo, quien dijo que su partido encontró al menos 100 errores, imprecisiones, vaguedades y contradicciones en el mal llamado Plan Nacional de Desarrollo .
“Si el Ejecutivo no tiene claro cuál va a ser el costo y fuente de financiamiento para alcanzar los objetivos nacionales, entonces lo que estamos hablando es de un documento de buenas intenciones y eso es mucho decir. En el grupo parlamentario del PRI, encontramos cien razones que nos llevan a rechazar este documento, más que un plan de desarrollo, constituye un discurso político, que solo critica al pasado y no planea el futuro”.
En respuesta el diputado de Morena, Mario Delgado, dijo que es natural que el Plan Nacional de Desarrollo no les guste a quienes promovieron el modelo neoliberal que llevó a la debacle al país en solo de 36 años.
Sostuvo que el nuevo esquema de desarrollo acabará con la larga y oscura noche del neoliberalismo en cumplimento a la demanda de más de 30 millones de mexicanos que votaron por un cambio hace casi un año.
“No resulta extraño que a varios partidos aquí no les agrade el plan que presenta el Presidente de la Republica. Algún grupo encontró, incluso, cien razones para votar en contra del proyecto, el Presidente de la República encontró 30 millones de razones para no seguir haciendo lo mismo, por lo tanto, no se puede presentar un plan como algunos partidos quisieran verlo. Se trata de cambiar el rumbo del país, cerrar la larga noche del neoliberalismo en México”.
A su vez, la perredista Mónica Almeida alertó que votar a favor el Plan Nacional de Desarrollo, es como firmar un cheque en blanco, es subir a un barco sin un derrotero claro.
Mientras que la diputada María Cabrera del PES, partido aliado de Morena, sostuvo que dicho documento no es nacional, sino la imposición de una narrativa ideológica, sesgada y excluyente, la añoranza nostálgica de un pasado autoritario de una economía estatizada y un presidencialismo omnipotente.