El gobierno de Estados Unidos presentó una estrategia nacional para combatir el terrorismo interno, una de las prioridades del presidente Joe Biden, después de varios ataques racistas en los últimos años y el asalto al Congreso en enero.
El plan, difundido por el Consejo de Seguridad Nacional, plantea cuatro ejes de acción con objetivos de prevención, interrupción y disuasión, preservando las libertades individuales.
En primer lugar, la administración de Biden busca mejorar el intercambio de información a nivel federal y local sobre grupos extremistas o militantes. El Departamento de Justicia y la policía federal (FBI) han diseñado para ello un nuevo sistema nacional para denunciar y registrar casos relacionados con el terrorismo.
Además, el gobierno estadunidense también quiere reducir el reclutamiento de extremistas violentos y los llamados a la violencia en colaboración con las grandes plataformas tecnológicas y redes sociales.
El tercer objetivo consiste en mejorar el sistema de enjuiciamiento de los extremistas mediante la contratación de analistas, investigadores y fiscales adicionales.
Además, se asegurará de que la policía o el ejército no incorporen a sus filas a militantes extremistas.
Finalmente, el cuarto eje consiste en la lucha contra los contribuyentes de largo plazo al terrorismo.