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Definitivamente no te vamos a saludar de mano, pero si te explicaremos como es que surge este acto de valentía.

La costumbre de darse la mano viene de la edad media. En aquel tiempo encontrarse a un desconocido y saludarlo era un acto mucho más cargado de sentido de lo que es hoy. Salvo que nos encontremos solos frente a un extraño pasada la media noche en un barrio poco seguro de nuestra ciudad.

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Cuando en la edad media dos caballeros se encontraban, estrecharse mutuamente la mano desarmada era un requisito imprescindible, para poder entablar una primera relación con ello expresaban su propósito de paz y buena voluntad: al menos mientras unían las manos desnudas ambos podrían estar tranquilos de que nadie iba a desenvainar ningún arma.

Ya no estamos en la edad media, pero que horror que alguien te salude con las manos enguantadas, ¡Aún se considera mala educación!

CCH