Estamos todos de acuerdo que tenemos que aprender a voltear a vernos y preguntarnos cómo estamos en este momento, como nos sentimos y como respondes ante situaciones que se te presentan y hacerse consciente del famoso “aquí y ahora”.
Las emociones son parte fundamental para un cambio físico en nosotros. Todas las emociones son buenas, no deberíamos llamar emociones negativas al enojo, la tristeza ni el miedo, ni positivas a la alegría y al amor, sino todas las emociones son positivas, pero tenemos que aprender a reconocerlas, validarlas, procesarlas y avanzar.
Si bien es cierto que muchas veces podemos quedarnos estancados en una tristeza profunda, esta puede convertirse en depresión y necesitamos de un especialista para poder salir adelante. O quedarnos todo el tiempo en el miedo o el enojo, desencadenan problemas renales o cardiacos que pueden llevarnos a un infarto y a veces a la muerte.
El miedo va de la mano de la incertidumbre, esa ansiedad que provoca no saber qué es lo que va a pasar, y esa ansiedad se debe reconocer y trabajarla para no desencadenar problemas más serios en tu vida cotidiana. Contra el miedo funciona la certeza y ese miedo se diluye poco a poco. Ejemplo: Un ser querido tiene un accidente y puede morir. La certeza entra cuando pones los dos escenarios:
a) Si vive, qué terapias de rehabilitación va a necesitar. Si se adapta su casa para su nueva vida, hasta que se recupere al 100%.
b) Si muere, que tenga todos sus papeles y documentos en orden como: testamento, gastos funerarios, seguro, etc.
De esta manera en un caso muy extremo pero específico, podemos contrarrestar el miedo con la certeza sobre esa situación.
Por otra parte, también de amor y alegría tienen sus extremos y pudieran afectar nuestra salud física y emocional, el exceso de alegría que nos lleva a una euforia o en el amor a una obsesión incontrolable.
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